Bajar un gran rio es siempre una experiencia. Todo en la naturaleza tiene vida, pero ademas de vida los ríos tienen movimiento, se desplazan por el paisaje y paisanaje dejando ver desde dentro cómo es un pais. Sus casas, orillas, y pobladores son más elocuentes.
Desplazándose a la velocidad de las corrientes, que a menudo no llegan ni a los 10 km/h, se comprende, se piensa y se escucha mejor el mundo que te rodea. Por eso bajar ríos es algo que también me gusta. Mucho.
El Ounasjoki nace en Hetta-Enontekio y llega hasta Rovaniemi a lo largo de 300 km de bosques de pino, abeto y abedul; para fundirse con las aguas de otro rio y buscar el mar con otro nombre. A menudo el rio va flanqueado por carreteras que no llegan a verse, ni 3 km de carretera he visto en todo el descenso. Ni a nadie remando, ni apenas habitantes en sus orillas, ni mas vida que solitarias cabañas, alces (pocos) y cisnes cantores. Algún zorrito atrevido y unos pocos renos. Justo la soledad que busco en una época del año en la que necesito estar solo como el comer.
De sus 100 secciones de rápidos, me alegra haber sido capaz de bajar todos remando. Sin escapar por las orillas ni darme un chapuzón imprevisto. Voy mejorando.
La infografia del rio es cortesía de la oficina de turismo de Enontekio.
El Ounasjoki nace en
Hetta-Enontekio y llega hasta Rovaniemi